Por Rosemary Atri

Como yoguis, sabemos que una buena vida, es una vida consciente. Seguramente, te reconoces a ti mismo como mas compasivo, mas ecuánime, mas saludable y mas incluyente. Es muy probable que, como resultado del bienestar que te produce la práctica de yoga, te hayas sentido motivad@ a reflexionar sobre los factores que influyen en las decisiones que tomas, día a día.

Es común pensar que nuestra vida está regida por decisiones llamativas e importantes, pero pocas veces apreciamos los hábitos cotidianos, y aparentemente insignificantes, los cuales, en realidad, se convierten en los bloques que componen nuestra percepción de la realidad, los que nos ayudan a cultivar resiliencia y a refinar la calidad de nuestras relaciones hacia nosotros mismos y con los demás.

¿Se te ha ocurrido pensar que nuestras decisiones están fuertemente influenciadas por la manera en que habitamos nuestro cuerpo?

Comprender y vivir nuestra riqueza anatómica nos ofrece la oportunidad de acceder a nuestro mejor nivel de vitalidad, y cuando partimos de esa vitalidad, tenemos los recursos para estar plenamente presentes en cada acto y en cada decisión que tomamos.

El sentido de una práctica de yoga, es reconocernos a nosotros mismos, a través de acceder a niveles mas sutiles y refinados, donde podemos sentir quiénes somos, qué queremos, y como contribuimos a la realidad externa.

Lo importante del yoga no son las asanas, ni las secuencias por si mismas, lo relevante es el espacio que estamos creando para reconocernos a nosotros mismos, mas allá de conceptos o imágenes idealizadas y distantes.

Cuando me refiero a anatomía, me interesa tanto la precisión de la forma, como la poesía del movimiento; me interesa una anatomía no solo mecánica, sino viva y cambiante, y que nos recuerda que somos soma, un cuerpo vivo, vital, evolutivo y sutil, y en constante transformación.

En este nivel, podemos preguntarnos ¿qué significa sutil?: es acaso el espacio interno de nuestro cuerpo, la fuerza vital que nos anima, o la conciencia; o, sutil, se refiere a la manera en que las emociones, se atrapan o expresan en nuestra forma corporal.

Sutil, en realidad es también nuestro tejido conectivo, nuestros pulsos internos, el palpitar del corazón y el funcionamiento metabólico. Nuestra forma física, comprende muchos niveles y muchos ritmos que se sincronizan entre si para mantenernos vivos y vitales.

En mis programas, nos adentramos en el arte somático de estar presentes, en, y durante el movimiento. Afinaremos la escucha para conocer el lenguaje expresivo del soma y de nuestra respiración. Dejaremos de darle instrucciones, y de dirigirlo, para en lugar de ello, apreciar el diálogo mente-cuerpo que se produce cuando prestamos atención.