Para explicar nuestra experiencia humana, la tradición yóguica nos lleva a comprender que somos creadores a través de un proceso constante de interacciones. Este proceso podemos observarlo a partir de la gestación y a lo largo de toda nuestra vida.
Durante ese proceso, van permanenciendo en nuestro cuerpo y en lo que llamamos mente, las huellas de cada uno de nuestros actos; principalmente las huellas de las experiencias emocionales dolorosas.
“Dos son las palabras que nos ofrece la tradición: Samskaras y Vasanas.”
Samskaras se asocia con la palabra karma, siendo este el impulso producido por acciones previas que nos conducen a actuar de una manera predeterminada, e incluso en ocasiones de manera inconsciente.
Estos impulsos nos llevan a encuentros que a su vez favorecen la repetición de actos similares a los que crearon los estados emocionales que nos motivan a actuar de cierta manera específica.
“Vasanas, a su vez, resulta una palabra interesante que se puede traducir como fragancia, por lo tanto, los vasanas podrían definirse como el aroma que dejan nuestros actos en el ambiente.”
Nuestras relaciones son complejas. Están dictadas y entretejidas a partir de los tres gunas, rajas (agitación), tamas (estancamiento o entropía) y sattva (ligereza o transparencia)
El nivel de conciencia de nuestra existencia encarnada, vivimos permanentemente afectados por estas tres fuerzas interactuando. Navegamos de una a otra, aunque tendemos de manera inconsciente a alimentar más a alguna de las primeras dos. Sattva, sin embargo, requiere de la participación de la conciencia y la presencia para ser cultivada.
La palabra karma contiene el prefijo “kar” que significa coleccionar o recoger, lo cual nos habla de la potencia de nuestros actos. Estos actos socio-biológicos están latentes en nosotros con una fuerza significativa. Aunque no desaparecen, cuando logramos aquietar las corrientes de nuestro pensamiento, a través de llevar a la mente a centrarse a enfocarse, podemos romper la inercia de estos samskaras.
Samadhi, en realidad significa ecuanimidad, una ecuanimidad que cuando la logramos, coloca por encima de las corrientes emocionales, los deseos y los impulsos.
Existen dos tipos de Samskaras, uno de ellos se llama vyutana, y son aquellos que nos conducen a la acción, por consiguiente son los que nos enredan y complican, llevándonos a acciones que producen ansiedad, fobias y anhelos no tan benéficos.
La otra expresión de samskaras es nirodah, que se manifiesta como supresión, oclusión, incapacidad para ver otras opciones.
La clave de la práctica de yoga, es lograr que el cuerpo, a través del movimiento, de la acción consciente, de la interocepción y la propiocepción, se convierta en una ventaja para nuestra evolución.
Al refinar nuestra práctica, podemos usar la energía corporal a nuestro favor para aquietar el miedo, el enojo, la tristeza y la ansiedad, en lugar de suprimir dichas emociones y permitir que se conviertan en restricciones y en enfermedades.