Ha sido sorprendente ver la respuesta que el público ha tenido frente a la película ¿What the Bleep do we Know? Traducida al español como ¿Y tu que Sabes? que nos plantea que no somos conscientes de que los descubrimientos de la Física Cuántica han cambiado nuestra concepción de la realidad, y sin embargo nosotros seguimos viviendo, debido a nuestras programaciones mentales y a nuestras creencias en un pasado ya superado y trascendido. Como si nosotros siguieramos siendo Newtonianos y no nos hubieramos enterado de cómo nos influyen y afectan los descubrimientos de Einstein, Bohm, Heisenberg y muchos otros.
Sin embargo la respuesta a la película nos dice que tenemos sed de ver nuestra “realidad” con nuevos ojos y que estamos listos para participar en ella, en lugar de seguir siendo esclavos de la programación de los medios y de las diversas instituciones.
Con frecuencia, al escuchar conceptos como “Teoría de la Relatividad,” “Nuevos Paradigmas” “El comportamiento del átomo que puede expresarse como partícula y como energía alternativamente”, etc., pensamos que definitivamente entender todas estos raros conceptos, no nos incumbe en nuestro quehacer cotidiano.
Lo más relevante de esta película es su intento de traernos toda esta nueva nomenclatura científica para decirnos que no somos ajenos a ella, sino que vivimos en un universo al que hemos concebido con muchas limitaciones, y que es hora de cambiar esas creencias y participar conscientes de nuestra influencia sobre la realidad. Nos hace ver que ya somos copartícipes de la realidad, somos co-creadores de ella para bien y para mal, ya que nuestros pensamientos afectan a lo que solíamos llamar “realidad externa”. Por lo tanto, si estamos influyendo en ella, de cualquier manera, sería mucho mejor volvernos conscientes, hacer nuestro trabajo personal, descubrir nuestro mejor potencial, y así contribuir a mejorar lo que está sucediendo en el mundo.
Si realmente podemos conectarnos con estas ideas, nos daremos cuenta que la propuesta del yoga en su expresión profunda es la necesidad de cambiar nuestra percepción, nos dice que somos un vehículo perfectible. El yoga nos habla de Purusha y Prakriti; el primero que es la expresión inmaterial es equivalente al observador del que nos habla este film, Prakriti es la realidad material; podemos ver en esta relación de conceptos la alternancia entre “partícula y energía”.
El yoga nos propone que el ser humano requiere acceder a su propia transformación para acceder a su mayor potencial, sin esta transmutación (tapas) está atrapado en sus hábitos (samskaras) y no hará otra cosa que percibir las huellas del pasado en sus percepciones de hoy, y actuar constantemente en base a sus adicciones perceptuales.
La transmutación que propone el yoga, requiere de nuestro trabajo en ocho ramas expresadas por Patanjali: Nuestras actitudes hacia los demás (yamas), nuestras actitudes hacia nosotros mismos (niyamas), nuestro trabajo con nuestra energía física o nuestro nivel bioquímico, expresado en nuestro cuerpo, que es precisamente de lo que habla Candance Pert en la película y en su interesante libro “Moléculas de la Emoción” y esto se logra ni más ni menos que con nuestras tan conocidas posturas de yoga (asanas), y desde luego, por medio de las prácticas respiratorias (pranayama).
En un nivel mas complejo de ese autoconocimiento (Svadyaya) la meditación, constituída por los tres últimos pasos del concepto filosófico presentado en los Sutras de Patanjali (Ashtanga Yoga)* (Dharana, Dhyana y Samadhi) es el trabajo que realizamos en la Corteza Prefrontal para erradicar de este, al que podemos llamar nuestro centro ejecutivo, toda la basura que deja el excedente de estímulos que entra a nosotros por medio de los sentidos, y que requiere de organización y selección interna.
Cuando nuestro cerebro no tiene tiempo u oportunidad de pasar por estos procesos de depuración, lo cual se logra a través de prácticas contemplativas, tales como la meditación, empezamos a quedar atrapados en el estrés, la tensión, la confusión y la absoluta falta de claridad en nuestros actos. Es más nuestro sistema nervioso empieza a vivir en condición permanente de emergencia.
A esta falta de claridad el yoga la conoce como “avidya”, término que se traduce como “el velo de ignorancia que nos impide distinguir entre lo trascendente y lo intrascendente”, este velo de ignorancia es el que nos conduce a quedar atrapados en las exigencias inmediatas de nuestros sentidos.
El yoga practicado en todos su aspectos, ya mencionados, es una práctica mediatizadora que contribuye a limpiar nuestro sistema humano de los efectos excedentes de los estímulos, que nos ayuda a colocarnos en “El Observador” o “Conciencia Testigo” para lograr distanciarnos lo suficiente, de forma que tengamos maestría sobre nuestras respuestas ante la realidad, en lugar de ser víctimas de nuestros patrones reactivos adictivos.
Es una maravilla ver, que de las múltiples e interesantes lecturas que puede tener esta película, ya que esta definitivamente no es la única, el camino del yoga está profundamente relacionado con las propuestas y descubrimientos de la física contemporánea.