Atender al fuego que reside en el corazón es una de las tareas místicas mas poderosas que podemos cultivar.
El reconocimiento de nosotros mismos como microcosmos nos lleva a valorar a cada uno de los elementos de los que estamos hechos: tierra, agua, aire, fuego y eter, y a darles un lugar y un tiempo en nuestras vidas.
El pulso de la vida, el latir del planeta, las explosiones solares, los rítmos de las mareas, y la expansión y contracción del universo a partir del instante en que surgió como explosión de fuego, reside dentro de nosotros y se expresa en cada uno de nuestros procesos.
El fuego es el núcleo de nuestra existencia. La vida depende de la luz y el calor, tanto para crear, como para sobrevivir. Ese es el pulso de la vida, conocido en la tradición yóguica como spanda.
Dicha expansión y contracción nos dice que nuestra vida está regida por ese mismo principio, y ello podemos verlo en las estaciones, en el paso del día a la noche, y en nuestra propia respiración.
La cultura yóguica de la India nos invita a ver al cuerpo como una manifestación de lo sagrado, de esa fuente y fuerza sagrada que permea todo. Podemos llamarla Prana y podemos considerarla la Shakti.
Sin embargo, el rítmo de vida contemporánea nos conduce a alejarnos de esa sincronicidad con la vida y sus rítmos primordiales, y nos lleva a olvidarnos de atender a la llama que reside en nuestro corazón.
Nuestro cuerpo-soma, busca conocer y residir en el espacio interno para expresarse desde ahí; está mucho mas interesado en ello que en competir por una forma externa. La vida nos invita en cada respiración a sintonizarnos con el pulso vital de la existencia.
Yoga es unificar, es caminar hacia la reintegración personal y hacia el autoreconocimiento. No es un acto egoista, comprende el camino para interesarnos en la conexión con los demás y con la vida expresándose constantemente.
El Tantra, de donde nace el hatha-yoga, es el yoga de la espiritualidad a través de la corporización
La actitud de la meditación en Tantra está asociada con impulso creativo.
La iluminación se define como el estado de autoconciencia plena en todo momento. Invita a la luz interna a que te revelé quien eres. Tu Ser se quiere manifestar, tu tarea es permitirlo y fomentarlo.
El Tantra nos ofrece muchas técnicas, y no necesitas practicarlas todas y perderte en las formas.
Disfrutar con conciencia puede convertirse en tu práctica. Elegir cultivar el discernimiento es lo mas importante.
Transforma tu conciencia, expándela. Camina de regreso aquello que te ha alejado del Ser.
Examina tus motivaciones. Busca una conciencia mas elevada en la acción misma. Ese es el yoga de la acción. No porque realices austeridades eres mas iluminado. Tu área de influencia está en tus acciones, los frutos no están siempre bajo tu control. Cultiva la ecuanimidad, no la indiferencia. Actúa, no solo dejes que fluya.
Dentro del Tantra, la cosmología del universo y los rítmos de la vida funcionan como espejo de nuestro cuerpo.
Todos los cambios de estación, los ciclos lunares y solares tienen un efecto observable en nuestro cuerpo.
En Tantra, la vida en si misma, es el campo donde podemos celebrar los rituales de la existencia. Nuestra respiración se vuelve ofrenda, nuestro interés en descubrir la fuerza del prana en toda manifestación y a cada instante, es nuestra mejor manera de orar. El corazón mismo es el altar donde podemos ofrendar (hrd kund).
Es una filosofía que nos propone abrazar a nuestros sentidos y al espectro completo de nuestra existencia.
Dentro del Tantra no dual, como movimiento espiritual, el cual nace en el norte de India y florece especialmente entre el siglo IX y el XII, la principal característica que nace de esta filosofía, es que comprende un enfoque positivo del cuerpo y de la vida misma para establecernos en nuestra Sadhana cotidiana.
Experimentar la divinidad en la vida cotidiana es sumergirnos en la experiencia de Shiva y Shakti.
El Tantra nos motiva a habitar nuestro cuerpo como el altar mas sagrado que existe y a honrar el cosmos, que es nuestro soma, cuidando el fuego que reside en el corazón.
Sanar no es algo externo, sanar comprender observar la sabiduría del universo y traducirla para vivirla desde nuestro cuerpo, para comprender que es un instrumento que requiere estar afinado, que el equilibrio de los elementos es nuestra tarea principal y que operamos a partir de la trinidad: cuerpo, mente y espíritu
VINYASA, MAS QUE UN FLUJO DE POSTURAS, ES EL FLUJO DE LA CONCIENCIA MISMA, ES PODER SER TESTIGO DE COMO SE DESENVUELVE LA VIDA DESDE SPANDA, EL PULSO CREATIVO DE LA VIDA.
Sincronizar tu cuerpo con la vida, con sus ritmos mas profundos es el camino a la sanación. Dejar que tu práctica se enriquezca por el movimiento, por el sonido, por los mantras, por la meditación y los mudras comprende entregarte a sentir, mas que a hacer.
En Sincronía y Armonía
Permitir que tu práctica sea dirigida por la vida misma: la luna, el sol, las estaciones, el clima, el lugar, y sobre todo, por lo que sientes y por lo que necesitas cada día
Hacernos esta pregunta constantemente: ¿Cual es mi relación con el Orden Divino?
“La solución perfecta para nuestros retos ya existe. Serás guiada a ello de la manera perfecta y en el tiempo perfecto. Déjate guíar, ofrece tus retos a la Divinidad, y espera una señal…. desde una versión mas expandida de ti misma, no desde la imagen de juicio de una imagen patriarcal que esta esperando a castigarte”
— Tosha Silver
La propuesta principal es aprender a vivir desde el corazón
El corazón comprende la inteligencia electromagnética de nuestro cuerpo, y es una guía que nos ilumina y lleva hacia el amor, la creatividad y un modo de conocer único.
Las mareas, la respiración y la sangre fluyen rítmicamente.
Vivimos en un mundo de corrientes y nuestro corazón es un gran conductor del cuerpo que mantiene un rítmo pulsante que oscila permanentemente.
Las enseñanzas y las prácticas de yoga siempre han puesto al corazón en un lugar predominante, tanto mística, como físicamente: el corazón como fuego y como calor. Su irradiación electromagnética, su capacidad para percibir desde una inteligencia que nos otorga un conocimiento profundo, sensible y sabio.
Reconocido hoy en día como uno de los tres cerebros de nuestro cuerpo, siendo el tercero el vientre, representa en la tradición yóguica el territorio de prana, donde se genera la inhalación y la función activa del prana; y, místicamente, se conoce como el espacio donde reside la chispa de vida o esencia de nuestra verdadera naturaleza.
El sol (surya), la luna (chandra), el fuego primordial y el rítmico pulso de spanda, pulsan en el espacio sagrado de nuestro corazón (hridaya), para dejar fluir el amor (rasa) y la luz (jyotir) de nuestro verdadero ser.
La práctica de yoga se convierte entonces en una oportunidad de aprender a vivir honrando las corrientes naturales de la vida, sabernos alinear con el flujo y rítmo (vinyasa) de la vida.
Si te permites residir por unos instantes en el espacio de tu corazón y afinas la escucha interna, inmediatamente descubres que el autorreconocimiento de ti mismo reside en el corazón. Una sutil reververancia de luz y calor, te refleja ritmos que se expanden y contraen, que se vuelven íntimos y luego expansivos.
“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”
— Aristóteles
Si le damos sentido a nuestro corazón en la práctica, consideremos que la shakti reside en el corazón, y se traduce como poder.
Shakti es es la expresión del poder femenino divino, es el poder innato de la realidad. Según la tradición Tántrica la realidad es la danza de Shakti, y esta danza adopta la forma de los procesos biológicos corporales y actúa por medio de nuestros pensamientos y por la expresión de nuestras emociones.
En esencia se dice que estamos hechos de Shakti y sus cinco propiedades:
- La facultad de ser consciente
- La facultad de sentir éxtasis
- La facultad de decidir nuestra propia conducta
- La facultad de conocer
- La facultad de actuar
¿Cómo vives cotidianamente?
¿Cómo es tu entorno, cómo son los espacios íntimos donde vives y convives con las personas mas cercanas a tí?
¿Cómo convives con tu cuerpo?
En la tradición espiritual de India, el cuerpo es visto como manifestación de lo sagrado. Es visto como reflejo del cosmos. Los rituales y templos han venerado al fuego (agni), y si al principio los templos, en diversas culturas fueron también observadores del cosmos; de la luna, el sol y los planetas, esa observación llevo al ser humano a reconcer al universo en si mismo, montañas, ríos y valles en nuestra geografía anatómica.
“Yo soy el sabor del agua.
Yo soy la luz del sol y de la luna.
Yo soy la fragancia original de la tierra.
Soy el calor que reside en el fuego.
Soy la vida de todo lo que está vivo.
Soy el Sol radiante.
Entre las estrellas, yo soy la luna.
De los cuerpos de agua, yo soy el océano.
De los ríos que fluyen, yo soy el Ganges.
De las cosas secretas, yo soy el silencio.
Toda la opulencia, belleza y gloriosa creación surge de
Una sola chispa de mi esplendor.”– Bhagavad Gita. (citado en el libro “Tending the Heart” de Shiva Rea)
En la tradición Tántrica el fuego del altar interno está dentro del cuerpo: somos corporidades de lo sagrado. Cada movimiento puede ser visto como expresión viva del flujo de Shakti en nosotros, y cada inhalación y exhalación se vuelve el reflejo de spanda, del pulso cósmico.