Toda herida emocional, así como toda enfermedad física, comprende fundamentalmente una ruptura en nuestro tejido energético.

Los retos que enfrentamos son una invitación a regresar al campo originario de conciencia expandida con la que entramos a este mundo, pero que fuimos perdiendo frente al dolor, al desamor, la rigidez y el miedo de los seres con los que coexistimos; esos seres que se olvidaron de su propia naturaleza expandida.

Para desmantelar esa ignorancia, conocida en la tradición yóguica como avidya, y para poder avanzar como individuos, como sociedad y como humanidad es importante comprender como se construyeron esas experiencias que nos desconectaron de nosotros mismos y de la fuente de sabiduría originaria.

Dado que vivimos en tiempos en los que se conecta la sabiduría ancestral con el conocimiento científico podemos acceder a ambas lecturas: comprender nuestra anatomía sutil y nuestra biología a un mismo tiempo.

Somos seres hechos de energía, tanto física como sutil, por lo que es necesario trabajar con nuestros bloqueos en los diversos planos, tanto el sutil como el físico.
Como seres hechos de luz, vibración, alma y materia, estamos conectados con el planeta que posee las mismas cualidades.

Todos estos componentes poseen una cualidad vibratoria a niveles substanciales e insubstanciales.

Lo primero que debemos aprender a leer es a nuestra propia energía y a nuestros distintos estados anímicos para saber qué hacer con ello.

Algunos de los temas que exploraremos son:

• Cómo comprender y habitar nuestra inteligencia somática y traducir ese conocimiento en Sabiduría Energética.
• Aprender a trabajar con aspectos energéticos, en los que exploraremos la estructura del ser desde distintos mapas energéticos.
• Comprender la naturaleza del trauma, sus consecuencias y la manera en que modifican nuestra neurocepción y nos conducen a construir nuestras historias personales.
• Reflexionar sobre el impacto producido por nuestro sistema familiar y trabajar desde los principios y el lenguaje de la Terapia Emocional Sistémica.
  Poder trazar el mapa evolutivo que hemos vivido para poder reconocer los pasos a dar.

• Comprendernos desde el lenguaje energético como nuestra cultura acaba por entrenarnos para funcionar con demasiada intensidad en la parte frontal de nuestro cuerpo y en especial en la glándula pituitaria. Cuando logramos modificar nuestra manera de relacionarnos con la experiencia externa empezamos a despertar en nosotros el poder de la glándula pineal. En ella se aloja la memoria y nos permite trasladar el requerimiento de oxígeno que nos demanda el cerebro hacia la médula espinal. Esta transformación nos conduce a acumular mayor fuerza vital en nuestro organismo, es decir una mejor dotación de Ojas.
• Aprenderemos a leer nuestra energía para poder dar cauce a conductas mas equilibradas, a prácticas sanadoras y a regular a nuestro sistema nervioso.
• Entre las estrategias para mantener nuestras energías en equilibrio, comprenderemos la importancia de sentirnos seguros para poder leer tanto al medio ambiente interno como al externo. Esto significa comprender de una manera mas compleja al ecosistema de nuestro sistema nervioso.

Las diversas escuelas místicas nos hablan de distintos mapas energéticos, y todos ellos son puertas de entrada no solo para la transformación personal, sino para la sanación, ya que el trauma comprende una ruptura en nuestra red etérica.

Algunos de los mapas que exploraremos son:

• Pasar de la dualidad a la vinculación
• Comprender la fuerza del tres y reconocer como el tercer elemento es el que despierta la fuerza evolutiva.
• Veremos también el simbolismo y sentido de los cinco elementos y su presencia en nuestra anatomía y la representación simbólica de nuestra propia evolución.
• Exploraremos la relación energética entre el eje vertical y los ejes horizontales, así como sus simbolismos y poder transformador.

Estamos inmersos en una dinámica cultural. Habitamos en un campo en el que reside el dolor de todas las generaciones pasadas, tanto propias como colectivas. Se requiere saber ver en todas las direcciones: hacia atrás, hacia los lados, hacia el frente, hacia abajo y hacia arriba.