La mayor parte de nuestro aprendizaje corporal ocurre en forma de entrenamiento acerca de la buena postura, estudiando en un gimnasio o estudio, o bajo presión para alcanzar alguna clase de meta predeterminada. Muchas de las instrucciones autoritarias usadas en las situaciones en las que aprendemos se han plasmado como una voz interna que usamos para hablarnos a nosotros mismos. Mete el estómago, Saca el pecho, Baja los hombros, Haz esto, No hagas eso.
A nadie le gusta que le digan qué hacer, pero, con el fin de aprender algo nuevo, cedemos temporariamente la autoridad a un entrenador, maestro o video, con la esperanza de que lo que nos presenta nos ayudará de alguna manera. Esta es una etapa natural en el proceso de aprendizaje. Pero es escencial regresar el foco de autoridad a tu ser para realmente checar: ¿Lo que estoy escuchando es verdad para mí? ¿Esto funciona para mi? ¿Que es lo que falta aquí?”
¿Que lenguaje usamos en nuestras clases?
¿Queremos darle continuas órdenes al cuerpo?
¿Cómo crear experiencias de aprendizaje en donde realmente permitamos que el practicante se conecte con un estado de conciencia diferente?
Como maestros y practicantes de Yoga, tenemos la responsabilidad y la aventura de afinar el lenguaje con el que proponemos una serie de acciones en la práctica.
En algunas escuelas de Yoga nos enseñan qué decir exactamente, y esto puede ser útil para la claridad de acción. En Yoga con visión somática buscamos equilibrar la acción que propone el lenguaje directivo, con la sensación que se despierta a través del uso del lenguaje vivencial.
El lenguaje directivo, se puede refinar y es muy útil, por lo que queremos aprender a utilizarlo adecuadamente. Para ello, podemos tener en cuenta:
- Definir con claridad la acción a realizar en el espacio, teniendo en cuenta los planos y ejes.
- En el caso de referirnos a un hueso, tener clara la dirección (“isquiones hacia atrás”, nunca “activa tus isquiones”)
- En el caso de los músculos, qué músculos queremos activar o contraer concéntricamente, cuales queremos elongar o contraer excéntricamente, o relajar.
El lenguaje vivencial tiene el objetivo de facilitar el desarrollo de la conciencia corporal, con el uso de frases como permite, se conciente de, suelta, cuando estés listo, y otras.
Un ejemplo es el que usamos cuando hacemos referencia a la respiración. La manera directiva sería proponer de afuera el ritmo al decir inhala-exhala constantemente (lo cual puede ser útil en un principio para algunas personas). La otra opción (utilizando también lenguaje vivencial) es usar frases como en tu próxima inhalación, sube tus brazos, o al exhalar entra en uttanasana, o simplemente, observa tu respiración en esta postura, sin cambiarla.
A su vez, introducir apropiadamente los silencios es todo un arte, ya que si estás emitiendo muchas órdenes y en medio de eso dices: siente tu columna, quizá no estés dejando el suficiente tiempo o creando la experiencia adecuada para que realmente alguien pueda contactar con la sensación profunda de sus vértebras.
Otro lenguaje que ayuda al desarrollo de la conciencia corporal y el alineamiento sutil, es el lenguaje que utiliza imágenes. Este podemos adecuarlo a la experiencia y las resonancias particulares de cada practicante, y se nutre de nuestra propia práctica personal. El uso de imágenes funcionales que comprometan la inteligencia corporal para iniciar un movimiento, es una forma de aumentar la comunicación inteligente entre todas las acciones coordinadas que se involucran en un movimiento.
Un lenguaje honesto y que se ancla profundamente en la práctica personal del maestro siempre nutrirá sabiamente todos los estudios de metodología y anatomía que incorporemos. Así crearemos nuestra propia síntesis viva en Yoga.