Por Rosemary Atri
Lo mas difícil en la vida es hacer lo correcto en el momento adecuado. Avidya es un concepto muy importante dentro de la cosmovisión yóguica que nos dice que la ignorancia comprende en gran medida creer que hemos comprendido algo para posteriormente reconocer que no tuvimos el entendimiento correcto.
Asumimos cosas en base a muy escasa información, creyendo que tenemos la información completa.
Maya significa lo que puede ser medido y lo que puede ser medido solo es ilusión, nos dice la filosofía yóguica, refiriéndose a esas conclusiones cerradas a las que creemos haber llegado con toda la información necesaria, cuando en realidad, la mayoría de las veces nos falta una mirada mas amplia y completa.
Lo que se vuelve importante y trascendental es comprender de qué manera nos involucramos con la vida y cuál es la actitud con la que llegamos a las cosas.
En yoga no hay reglas tan estrictas, son mas bien herramientas que deben ser utilizadas adecuadamente. Por lo tanto es relevante hacer una profunda reflexión de nuestro punto de partida. La meditación y la contemplación deben estar presentes en todos los niveles. Cuando el estado previo a nuestras acciones no parte de un estado de neutralidad, o un estado sattvico, nuestras acciones suelen estar teñidas de fuerzas que nos impulsan en direcciones de deseo o rechazo, y eso no comprende un lugar de claridad.
Las asanas son útiles principalmente para reducir las distracciones y esto se logra por medio de la meticulosa coordinación de la respiración y el movimiento. Por distracciones, volvemos a referirnos a esas fuerzas de los unas que nos impulsan excesivamente al deseo o a la inacción.
En yoga, la palabra Nirodah que se ha traducido generalmente como encauzar o dirigir, tiene un significado mas complejo y trascendental, que quiere decir interpenetrar todo con un estado de atención plena.
Dado que nuestra mente tiende a la mecanicidad constantemente, lo más poderoso que podemos hacer a través de nuestra práctica es establecernos en un estado de maestría sobre nuestra atención. Solo es la atención la que nos puede ayudar a tomar decisiones adecuadas.
El mero hecho de convertir en consciente el proceso de la respiración se transforma todo. No respirar con consciencia nos conduce a dukham que comprende falta de espacio en el área del corazón. Cuando estamos sufriendo, nos cerramos, nos estrechamos, empezamos a perder la confianza.
Sukkham, por el contrario implica ampliar nuestro espacio. La enseñanza de yoga nos propone que, primero que nada, es necesario identificar el síntoma que nos está haciendo daño, es es la única forma de establecernos en una meta realista. La palabras sánscritas que nos hablan de esto son:
- Hetu que quiere decir causa.
- Heyam que quiere decir síntoma.
- Hanam que significa meta.
- Upayam que quiere decir camino.
Cada uno de estos pasos completa el camino de aprendizaje, y este proceso es aplicable a múltiples situaciones. Las mismas asanas comprenden una serie de herramientas para llegar a una meta y desde luego que la meta misma se va transformando a lo largo del camino de nuestra práctica.
Los Sutras de Patanjali empiezan con Atha, palabra que se traduce como ahora y se refiere a la constante pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos con respecto a saber dónde estamos ahora, y así poder reconocer el cambio constante que la vida misma es. Si lo llevamos a algo cotidiano soy alguien distinto en cada uno de mis roles durante el día y en la vida misma, y si no hago esa pausa de preguntarme qué se requiere aquí y ahora, es probable que actúe bajo un comportamiento cargado de las connotaciones de mi rol anterior.
Como ejemplo está saber cuál es el rol que desempeño profesionalmente, pero ese rol cambia totalmente cuando me desempeño como madre, como amiga, como hermana, como hija, como esposa. Si no me doy tiempo de ver al receptor, al otro, no estaré relacionándome de acuerdo a esa interacción en específico, sino que actuaré desde un lugar habitual, en lugar de actuar desde la presencia plena.
Es importante reconocer que nuestros sentidos siempre están dispuestos a ejercer un control sobre nosotros, y es por ello que la cosmovisión yóguica nos ofrece estrategias y prácticas a desarrollar que nos ayuden a cultivar presencia.
Tenemos por ejemplo los conceptos de abhyasa y vairagya que encontramos en el Sutra 1.12 de Patanjali, y comprende la práctica de desarrollar maestría sobre los sentidos, por medio de la insistencia en cultivar la presencia plena, pero siempre esa presencia debe estar entrelazada con el desapego; de lo contrario querremos determinar a priori los resultados que queremos obtener de la práctica misma, en lugar de mantenernos abiertos a la experiencia tal y como se presenta.
Otra importante directriz que nos comparten las enseñanzas de Patanjali es los tres aspectos de la experiencia meditativa, es decir: dharana, dhyana y samadhi. Primero necesitamos dirigir la atención, es decir enfocarnos, luego debemos sostener esa atención, es decir concentrarnos y eso nos conducirá a la integración o vinculación que nos revela la experiencia de unión entre sujeto y objeto.
De los conceptos yóguicos, Tapas, Svadhyaya e Ishvara Pranidhana, que se conocen en conjunto como el yoga de la acción o Kriya Yoga, descubrimos el camino mas clarificador de yoga, es decir:
- Tapah comprende el encauzamiento de los sentidos, la práctica de concientizar y depurar a los sentidos.
- Svadhyaya se refiere al estudio físico y metafísico del yo, el proceso de auto-conocimiento o auto-estudio.
- Ishvara Pranidhana comprende poner la auto-conciencia al servicio del Ser y permitir que sea una con la conciencia suprema.
Solo cuando la mente es purificada y accede a la auto-disciplina es que podrá comprender la conciencia suprema o cósmica.
Nuestra alma vive atrapada en una especie de estado de congestión que le han producido las experiencias de vida, que de acuerdo a la visión yóguica incluyen aquellas de vidas pasadas, de sus innumerables nacimientos previos. Cuando realizamos procesos que tienen el propósito de quemar esas impurezas, y entre ellas se encuentran la práctica de asanas, la práctica de meditación y la de pranayama, y estos procesos no bastan, es que tenemos otros caminos, como son el estudio, el canto, la repetición de mantras y la constante investigación de esa fuerza que opera en la conciencia humana, a veces de forma creadora y otras de forma destructora.
Citta, que es entendida como el campo de la conciencia tiene tres importantes aspectos:
- Manas, que puede ser descrito como conciencia mental,
- Ahamkara, que es la conciencia del yo, y
- Buddhi que es la supra-conciencia. En buddhi, la manifestación de la conciencia es directa.
El desarrollo de nuestra personalidad es a la vez cualitativo y cuantitativo. Nuestro desarrollo no es otra cosa que el descubrimiento y a la vez la manifestación de la conciencia misma, y esa manifestación tiene distintos grados de existencia que residen dentro y fuera de nosotros.
Es decir, en el reino mineral está dormida, en el animal es instintiva y en el humano comprende la fuerza del pensamiento, la razón y la realización.
Esta fuerza opera eternamente en citta y es conducente al llamado maestro absoluto. El descubrimiento y la constante investigación de esta conciencia suprema debe ser la motivación principal de todo individuo. Descubrir la unidad es en realidad lo que comprende esa trilogía de Kriya Yoga, tres aspectos que deben operar constantemente para remover las impurezas.
Tapas atenúa las aflicciones, pero estas resurgen constantemente. Svadhyaya se convierte en fuego intuitivo que nos revela la diferencia entre purusha y prakriti, y cuando se da ese nivel de liberación de las aflicciones es que podemos identificarnos con el absoluto, es decir Ishvarapranidhana.
Los kleshas son el resultado de percepciones incorrectas, son interpretaciones erróneas, en tiempo y lugar, lo cual nos regresa a comprender vimalam cittam, que implica que lo tóxico e impuro comprende aquello que está en el lugar inadecuado y en el momento incorrecto. Nada es impuro por sí mismo, sino es porque está en donde no debería de estar.