Nuestra mente es maravillosa, si sabemos como interactuar con ella. Entender como funcionamos mentalmente es lo que nos permite vivir desde un lugar integrado.

Poder nombrar lo que sentimos, significa acceder al gran poder de quienes somos. Cuando reconocemos el gran abanico de capacidades que tenemos para expresarnos, reconociendo al circuito neural del hemisferio derecho que nos sintoniza con el momento presente y nos revela las conexiones y relaciones, como la función del hemisferio izquierdo que mantiene mayor distancia y se ocupa del análisis, veremos que el resultado es una mejor auto-regulación.

Esta interacción de los hemisferios no sucede como una elección consciente, sino como un cambio adaptativo que es es guiado por un sentido de peligro.

La auto-regulación comprende darnos tiempo a nosotros mismos para saber que sentimos y poder prestarle atención. Aprender a responder, en lugar de solo reaccionar, nos hace ser mas resilientes, e incrementa nuestra capacidad para disfrutar la vida.

La mente, el cerebro y las relaciones son tres aspectos de nuestra vida que están constantemente interaccionando. Hoy en día sabemos que el cerebro va tomando forma de acuerdo a nuestros aprendizajes, es decir que nuestras relaciones interpersonales son lo que principalmente da pauta a nuestras respuestas. La manera en que percibimos las experiencias es lo que va determinando la arquitectura de nuestro cerebro.

En la organización de nuestra percepción vemos que el cerebro posee diversos mapas para operar y una de ellos comprende el juego entre el hemisferio derecho y el izquierdo que interactúan para mirar al mundo.

En los años sesenta, cuando se empezó a hablar de ambos hemisferios, se pensaba que sus funciones estaban claramente diferenciadas, como si la lógica y la imaginación operaran de manera totalmente fragmentada; sin embargo, hoy en día se comprende que los dos hemisferios deben operar en sociedad, y que la comunicación entre ambos, acontece principalmente a través del cuerpo calloso.

Si bien operan en sociedad, cada uno tiene sus funciones bastante claras. El hemisferio derecho vive en el ahora y experimenta cada acontecimiento como único, individual, vibrante y pleno de sensaciones. Esas memorias maravillosas se deben a esa fotografía del momento que el hemisferio fue responsable de tomar. El hemisferio derecho toma al mundo como un todo integrado, y está mas conectado al ritmo y al fluir de la vida. Prefiere el sentido de único y todas las experiencias nuevas que son frescas y originales. Su mayor capacidad es la de percibir las conexiones entre las experiencias, es el que nos deja ver la fotografía completa de las cosas.

Por otro lado, el hemisferio izquierdo, toma esos momentos vibrantes y los clasifica de forma lineal, organizándolos en pasado, presente y futuro. La fotografía completa la secciona en pedazos que pueden ser manejados y analizados, para ser comparados y evaluados.

Está mas involucrado con lo que es familiar y conocido, prefiere la generalización. El hemisferio izquierdo ve al mundo como un mapa o un modelo cuya representación es real. Define el concepto de ¨Yo soy ¨, y lleva el récord de quien eres, donde vives y que te define. Es la voz de fondo que siempre te compara con los demás y su principal propósito es manejar al mundo en su propio beneficio.

Ambos hemisferios se involucran en la mayoría de los procesos mentales y mandan información de un lado al otro. Y aunque no es tan real que podamos diferenciarnos por ser una personalidad de hemisferio izquierdo, o hemisferio derecho, si existe evidencia que para ciertas actividades favorecemos la función de uno sobre el otro hemisferio.

Iain McGilchrist explica que en esas ocasiones en las que un hemisferio es mejor para algo, y el otro ocupa su función, como suele ser el caso del hemisferio izquierdo a quien le gusta dominar la escena, nos dará una versión de las cosas no tan agradable.

Lo mejor para los hemisferios es la cooperación, pero con frecuencia parecerían estar en una guerra de poder.

La cooperación entre ambos es esencial para que seamos mejores aprendices, y mas eficientes. No importa si en lo que estás implicado es en la lectura, en escribir, en la música, en el deporte o en el arte, cada uno de los hemisferios tiene una importante contribución para que podamos acceder tanto a la inspiración como a la técnica.

David Siegel y Tina Payne Bryson afirman que el cerebro tiene dos lados para razonar, con cada uno de ellos teniendo funciones especializadas para ello, pues cuando colaboran logran metas mas intrincadas y sofisticadas.

Sin embargo, cuando no están integrados surgen muchos problemas, ya que nuestra visión se vuelve polarizada. Querer solo utilizar un lado es como pretender nadar con un solo brazo.

Se han relacionado enfermedades de desarrollo, tales como el autismo y la esquizofrenia con una disfunción de integración entre ambos sistemas neurales.

Los puntos claves son:

  • Ambos hemisferios se aproximan a las mismas tareas desde diferentes ángulos.
  • Tendemos a favorecer un ángulo sobre el otro.
  • El dominio de un hemisferio cambia de un lado al otro durante el día y la respiración de una fosa a otro nos lo indica.
  • La integración entre ambos es fundamental para un buen funcionamiento.
  • El movimiento es fundamental, realizándolo de forma consciente, y alternando entre un lado y otro.

La práctica de Yoga puede ayudarnos a integrar a nuestro cerebro. Lo logramos principalmente a través del movimiento consciente. Cada hemisferio tiene un control motor en el lado opuesto, por lo que al mover ambos lados, de una manera rítmica, se facilita la integración del cerebro.

Podemos observar que cuando hacemos algo rítmico, podemos pensar con mayor facilidad, tal como caminar e incluso tejer.

Algunos movimientos específicos son:

  • Movimientos contralaterales, los cuales son comunes en la práctica de yoga.
  • Cruzando la línea media.
  • Realizando movimientos en los que debemos coordinar una acción discordante con otro movimiento, tal como tocarse rítmicamente la nariz y cruzar las piernas al mismo tiempo.
  • Alternas brazos y piernas en posturas conocidas.
  • Respiración alternada de fosas nasales.