¿Sabías que si realizas gestos especiales con tus manos, puedes mejorar tu comprensión, cuando estás practicando ejercicios de matemática?

¿Sabías que las afirmaciones positivas suelen estar acompañadas de movimientos en tu mano dominante?

¿Habías pensado que ciertos tratamientos faciales que restringen tu expresión facial, pueden limitar tu capacidad para expresar?

Mejorar la calidad de nuestro movimiento es mucho mas importante de lo que pensamos.

Movernos con agilidad y de una forma cómoda tiene implicaciones en nuestra vida personal a muchos niveles. El sistema nervioso controla no sólo como nos movemos, sino cómo nos sentimos, y tiene influencia en nuestra fuerza, velocidad, flexibilidad, resistencia y coordinación.

Los mejores atletas, bailarines, artistas marciales y yoguis, no lo son por las formas que logran realizar, sino que lo son por la calidad del movimiento que realizan, por la coordinación, y en especial por la organización motriz que han desarrollado. Lo que los distingue es la inteligencia de su movimiento.

La calidad de nuestro movimiento contribuye a que no nos lesionemos fácilmente, ya que sometemos al cuerpo a menor estrés mecánico.

Sin embargo, esta inteligencia somática tiene impacto mas allá del aspecto mecánico, pues movernos mejor nos permite sentirnos mejor emocionalmente, nos ayuda a ser más conscientes de nuestro entorno y responder mejor a el.

Las áreas del cerebro que controlan el movimiento están relacionadas con las áreas que controlan el pensamiento, las emociones y la percepción sensorial.

Si quieres modificar tu estado emocional y mental, y desde luego, la imagen que tienes de ti mismo, no hay nada como el movimiento consciente y pleno de presencia pues a través de ello es que accedemos a cualidades mas abstractas e intangibles del cerebro.

Por lo tanto, nuestro movimiento debe estar dirigido a maximizar la función del sistema nervioso. Tres razones para ello son:

El sistema nervioso es extremadamente adaptable
La plasticidad del sistema nervioso es mucho mayor que la plasticidad estructural del cuerpo. Es imposible cambiar nuestra altura y en realidad cuando adquirimos mas flexibilidad, lo que estamos modificando, al aumentar el rango de movimiento, es la tolerancia del sistema nervioso para lograr un mayor estiramiento. Podríamos llamar a esto: cambios funcionales, mas que estructurales, lo que nos demuestra la capacidad y neuroplasticidad del cerebro para reorganizarse.

El sistema nervioso cambia rápidamente

Cuando el sistema nervioso detecta estrés mecánico excesivo en el cuerpo, realiza estrategias de adaptación. Inmediatamente reorganiza patrones de movimiento para quitar el estrés de zonas riesgosas, produce dolor en ellas, para protegerlas, e incluso cambia la percepción que tenemos de ellas. Cuando agregamos conciencia y presencia a estos cambios, hay un gran beneficio en ello. Sin embargo, cuando no es así, se puede traducir como pérdida de movimiento en ciertas zonas y como resoluciones internas del sistema nervioso que nos conducen a amnesia sensomotora.

Los cambios del sistema nervioso son permanentes

Las adaptaciones funcionales del sistema nervioso tienen otra ventaja, ya que aquello que el sistema nervioso aprende puede volverse muy efectivo. Un ejemplo es cuando aprendemos a andar en bicicleta, que aunque no lo practicáramos, no nos olvidamos de ese aprendizaje. De la misma manera, las lecciones de coordinación que aprendemos durante una práctica eficiente de yoga, de Feldenkrais, de Body-Mind Movement, o de cualquier otro sistema basado en conciencia plena nos beneficiarán para siempre.

El movimiento y la percepción sensorial está directamente relacionada con cómo nos sentimos emocionalmente. Movernos conscientemente no es un objetivo, es mas bien, un vehículo para desarrollar una disciplina personal de auto-reconocimiento, de auto-aprecio y por lo tanto de desarrollo personal. Movernos mejor enriquece nuestra propiocepción, por lo que nuestra presencia se vuelve mas refinada y sensible a lo que acontece alrededor nuestro, otorgándonos una capacidad de respuesta mas eficiente.

Las prácticas de movimiento consciente desarrollan en nosotros un estado meditativo.

Sabemos que los estados emocionales de depresión o tristeza afectan a nuestra postura y a nuestra habilidad para movernos. Lo interesante es que lo mismo sucede a la inversa. Cuando asumo una postura expansiva, o deliberadamente sonrío, o modifico mi expresión facial, cambio mi estado de ánimo.

Es por ello que la presencia consciente en nuestro cuerpo, es nuestra mejor estrategia de transformación personal. Nuestro cuerpo, es nuestro mejor aliado.