¿Te has dado cuenta que la felicidad es un estado fundamentalmente fisiológico? Sin embargo, con frecuencia confundimos la felicidad con la satisfacción inmediata, con el impulso adictivo.

Tendemos a pensar que nuestros estados de ánimo son emociones, cuando en realidad son sensaciones que nos conducen a conductas que en muchas ocasiones son hirientes para nosotros mismos y para los demás.

Si accedes a ti mismo con mayor frecuencia, a través de prácticas contemplativas, te darás cuenta que un noventa por ciento de lo que dices y haces viene de tu subconsciente.

Si reconocemos las diferentes sensaciones, podremos atenderlas, escucharlas, transformarlas, antes de que nos definan y nos condicionen, e incluso nos hagan creer que nuestros impulsos son afectos o rechazos.

Durante el mes de octubre, te invito a que exploremos todo este fascinante mundo sensorial, fisiológico y emocional, a que conozcamos mejor al sistema nervioso.

Realizaremos prácticas que balanceen nuestro hacer y nuestro descanso, aprenderemos a trasladar la energía hacia el interior, cultivando silencio y reflexión:

Martes y viernes de 8 a 9:30 en la
Sangha de Vitalidad Somática por Zoom

Inscríbete aquí

Además exploraremos de manera teórico-vivencial, el lenguaje de las emociones en el taller….. que estaré impartiendo el día…… aparta tu lugar aquí

Iniciemos el otoño suavizando nuestra relación con la vida. Traslademos ese vigor que caracterizó a la primavera y el verano, de la glándula pituitaria que nos propulsa hacia la acción, y llevémoslo a la glándula pineal que es mas interiorizante. Redirijamos la utilización excesiva de oxígeno del cerebro, hacia la médula espinal. Cultivemos esa energía de conservación para el otoño y el invierno. Cuidemos nuestra esencia, cuidemos nuestro Ojas.

Somos organismos vivos que interactuamos constantemente con el medio ambiente interno y externo. El efecto de esta relación nos modifica, nos transforma, define nuestro sentido de confianza, o nuestro miedo e inseguridad.

En cada interactuar entra en juego todo lo que somos; nuestro pasado, nuestro linaje, nuestras aspiraciones, la misma historia de la humanidad a la que pertenecemos, así como esa fuerza que nos dió la vida y nos sostiene. Esa fuerza entreteje alma y espíritu.

Sabemos muy bien que cuando nuestros sistemas se ven rebasados por el estrés, nos sentimos desorientados, todo lo que nos rodea se vuelve ambiguo.

La filosofía yóguica nos explica que la mente se pierde en sí misma, al identificarse con las circunstancias que nos rodean, convirtiéndonos en esclavos de nosotros mismos.

Nuestro sentido de ruptura no puede ser resuelto intelectualmente; se requiere de la experiencia, y esa experiencia se vive en el cuerpo, en el soma.

La conciencia es en si misma es la fuente de la creción, es potencial puro para ser utilizado para recrearnos a nosotros mismos. Aprendamos a acceder a ella.

La biología y la conciencia se tocan de tal manera que es por ello que sabemos que durante esos niveles profundos de experiencia, es que encontramos la fuerza de la transformación.